Lines Vejo

Quizá usted tenga el honor y el placer de conocerla. Pero si no es así, al mirar su rostro le puedo asegurar que verá unos ojos vivos, inteligentes e ilusionados, enmarcados por una piel esforzada y luchadora que trasluce el rastro de lo mucho vivido. Y todo ello con una sonrisa que habla palabras de la sabiduría más grande que se puede compartir, la de las experiencias de vida. Esa es Lines Vejo. Una mujer hecha a sí misma en un lugar lejano en nuestra Cantabria, para proporcionar a todos los que son y han sido su familia una vida más cómoda que la que ella ha tenido, porque mejor será difícil.

Si usted además busca referencias suyas en alguna hemeroteca, encontrará sus logros más recientes, esos que en vida le salen al rostro, como la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo o el reciente Campanu de Oro, entre otros muchos. Si bien el premio mayor que ella ha recibido y recibe es el cariño y el afecto de los que tenemos la suerte de conocerla y el reconocimiento de todos los que se acercan a las puertas de su casa.

Lines es prima de mi padre, ya fallecido; pero no es la familiaridad lo que me invita a reconocer su persona con estas torpes palabras. Mi intención es destacar la humanidad, la vitalidad y la sabiduría de una persona que ha conseguido recuperar y transmitir una parte importante del folclore lebaniego con sus letras de canciones, su música y las historias que ella conoce y narra como nadie. Pretendo que este pequeño homenaje ilustre la grandeza de su humanidad en la inteligencia natural desprovista de papeles acreditativos, pero con el mejor título que se puede poseer en vida. Lines es licenciada cum laude en Liébana y Master en la comprensión y expresión del sentido de vivir tradicional.

Lines vive en Caloca, el pueblo más alto de Liébana y el segundo de Cantabria. Un pueblo, como ella bien dice, que “es buena tierra para pintores pero mala para agricultores”, cargado de montañas, preñado de cuestas y aliñado con las más drásticas inclemencias del invierno. Pero con un paisaje que parece estar hecho para eso, para ser pintado, para que su belleza perdure en un lienzo o en los bits de una fotografía. Caloca ha parido gentes ilustres por la fortaleza que ha engendrado en todos los que nacieron en su seno. Es una tierra del fin del mundo y desde ella se asciende a los cielos de la grandeza de la naturaleza o se desciende a los infiernos de la dureza del clima y de las durezas: los callos de las manos que tuvieron que trabajar esa tierra.

No soy muy consciente de cuándo conocí a Lines, seguramente fue en Caloca; lo que sí tengo frescos son los últimos años en los que he tenido la suerte de acercarme al calor de su hogar. Han sido tardes compartiendo una entretenida e ingeniosa charla sobre la naturaleza del ser humano, sobre la vida en los pueblos, sobre todo lo que nos falta en las ciudades: paz, conversación (sin redes), afecto, mirada a los ojos, palabras que transmiten emociones y recuerdos de las gestas de unos y otros.

Lines vive y ha vivido desprovista de todos los andamiajes que lastran gran parte de nuestra vida urbana. Carece de vergüenza, de miedos, de dimes y diretes; es una MUJER con mayúsculas a la que doy las gracias por todo lo que, sin pretenderlo, me ha enseñado. Muchas gracias Lines.