Humildad

Humildad 1

Uf. La verdad sea dicha, no soy lo suficientemente humilde como para poder escribir sobre la humildad pero dada mi gran dosis de atrevimiento no puedo evitar hacerlo.

Somos una sociedad poco humilde. Nos encanta presumir de lo que somos en las redes sociales, en este mismo acto de escribir, en los “selfis”, en los debates televisivos, en los coches que exhibimos… En definitiva presumir, como niños, en ver quien la tiene más larga… la capacidad de protagonismo. Todos y cada uno pensamos que nuestro equipo de fútbol es el mejor, que nuestra opción política es la más adecuada, que nuestros hijos son los mejor educados, nuestro modo de conducir el coche es perfecto y nuestras ideas son las más necesarias para el trabajo, la sociedad o el modelo de vida ideal.

Lo malo es que en determinados ámbitos (la mayoría lamentablemente) existe un ideario colectivo que nos empuja hacia la imposición de nuestros criterios sobre los de los demás. Si no somos “agresivos”, si no defendemos con convicción aquello en lo que creemos, se nos tacha de blandos, débiles, calzonazos o poco útiles para progresar en sociedad. Debemos ser altivos, orgullosos, imperativos, guerreros vencedores en cualquier batalla y ganadores, con cetro de reconocimiento, por definición. Ese loor social favorece el engreimiento, el destacar sobre los demás, preponderar y que sea lo más visible y reconocible por todos. En este juego la humildad tiene poco que hacer, salvo cuando, pasada esa fase de distinción social que ya es reconocida por todos, la persona distinguida se puede permitir el “lujo” de empezar a pasar desapercibida pues ya no necesita demostrar nada a nadie; ya todo el mundo sabe de sus logros y ser ostentoso puede llegar a ser grosero, cuando no peligroso.

Creo que la humildad es una cualidad que sólo la pueden reconocer los demás; de hecho, si uno piensa en lo “humilde” que es, en ese momento deja de serlo pues su presunción pasa a ser la de la humildad en si misma y pretende así ser reconocido. Vista desde fuera es una cualidad que distingue al que, precisamente, no pretende ser distintivo. La humildad nace del reconocimiento íntimo de que uno es uno más en el entorno en el que vive. Y que todo, lo poco o lo mucho que haya conseguido en la vida, se debe a su esfuerzo, a haber luchado como cualquier otro, a haber sido honesto consigo mismo, tratando de hacer las cosas del mejor modo posible, y siendo consciente de sus inmensas limitaciones. Además la humildad nos debe percatar de que no hemos conseguido nada o casi nada, de que seguimos metidos en faena tratando de lograr objetivos, de que estamos en la batalla corriendo nuestra propia carrera sin sentir que vamos ganando o perdiendo. La competición es con nosotros mismos. En este sentido quizá la mejor definición de humildad es que en nuestro ejercicio de vida nunca pretendamos humillar a nadie con lo bueno o reconocible que tengamos o logremos.

El humilde nunca se enorgullece de sí mismo ni sobre los demás. Acepta las críticas como parte de su propia mejora y se ruboriza cuando alguien reconoce sus virtudes, echándolas abajo con naturalidad y sin falsa modestia. Se siente uno más (quizá sin serlo) en cualquier entorno y no presume nada de todo lo diferencial valioso que tiene o posee. ¿Cuántos de nosotros somos así? Ya le digo que yo no, lamentablemente, y eso es porque seguramente no soy todo lo suficientemente bueno y valioso que debiera ser. Seguro que es por eso.

Humildad 2

lamadriddiario@gmail.com

 

Antonio Lamadrid

 

Economista y Consultor.

8 comentarios sobre “Humildad

  1. ¡¡¡Cuanta verdad en estas palabras!!! El orgullo es fuente de muchos discusiones, conflictos y desavenencias. Se puede perder familia, amigos, incluso, países enteros. Gracias por hacerme reflexionar, sobre ese mal vicio. Un saludo, Mónica

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  2. El cura de Bilbao en el púlpito decía……. Hermanos, hay que ser humildes, hay que ser humildes hijos mios. Mirar si hay que ser humildes que Jesucristo nació en Belén, pudiendo haber nacido en Bilbao…….
    La verdad que esto no es ni mas ni menos que un chiste, pero en la realidad es que de humildad nos falla por los cuatro costados. Pero para esto somos humanos….

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