La guerra

Días atrás, a través de Internet, pude leer una frase de Erich Hartmann que dice: “La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero no se matan…”

Esta frase me ha parecido tan tristemente fascinante, que por eso la quiero compartir contigo. Si el señor Hartmann me lo permitiera, añadiría el calificativo de machos alfa ,tanto a los jóvenes como a los viejos, pues seguramente si los países fueran gobernados mayoritariamente por mujeres tendríamos muchas menos guerras de flagelaciones, muertos y consecuencias lamentables para la humanidad, como las que estamos viviendo en estos momentos. Ucrania se desangra, el pueblo israelita y palestino, con desigualdades de fuerzas evidentes, se matan entre ellos y, como dijera Bertolt Brecht, “la guerra que vendrá no es la primera…”, habrá muchas más, tantas como edad le quede de vida al género humano sobre la Tierra.

Tanto en lo privado, como en lo público, las guerras nacen por los excesos de ego y de preponderancia y predominancia de los que las inician, en unos casos, por haber sido provocados, y en otros, por ser ellos los provocadores. La guerra no deja de ser una partida de ajedrez en la que, al final, el rey cae vencido, pero tras de haber fallecido todos los peones y el resto de las piezas clave de la partida guerrera. La guerra es la sublimación de la ambición posesiva y dominante de unos sobre otros, las guerras nacen para destruir al que desde el primer momento hemos considerado enemigo, porque no se ha sometido a lo que pretendíamos conseguir. La guerra es el acto más cobarde para aniquilar al diferente por la fuerza de las armas y el que gana lo hace con la razón de la sinrazón.

Eso sí en todas las guerras, todos tienen razones poderosas para iniciarlas o para defenderse de ellas, pero los puñeteros cabrones que las inician se sientan en despachos confortables y en palacios de lujo para dictar sus leyes militares de matar, sin jugarse nada de su pellejo y sí el de todos los demás que lo hacen en su nombre, y las más de las veces sin ningún interés, viéndose obligados a participar allí en donde ellos nunca hubieran querido actuar ni estar presentes. Me vienen ahora a la memoria las canciones de “El cobarde” de Víctor Manuel o la de “Adrián” de El último de la fila. ¿Tener ganas de vivir es ser cobarde?

Por qué demonios, los señores de la guerra no hacen la guerra, entre ellos, entre sus “señorías” y dejan a sus vasallos que vivan tranquilamente y en paz; ¡jugad al ajedrez, malditos!

antonio.lamadrid@re-encontrarte.com

2 comentarios sobre “La guerra

  1. No se que opinar en relación al artículo tal y como define el concepto de guerra. Las guerras y su origen no tienen sexo, ni color político, y no puedo decir que gobernado por mujeres o por hombres, desde la extrema derecha a la extrema izquierda, los enfoques sociales puedan estar más o menos predispuestos a las guerras, porque para que una guerra prenda hay siempre una causa, un fin superior, que envuelve a las sociedades y las manipula de tal manera para darles un argumento válido catalizador de que esa sociedad vuelque sus efectivos a ese fin.

    En su artículo no están identificadas las causas de una guerra como tal, o por lo menos, disculpe, no les identifiqué tal y como las percibo. Las guerras no siempre son de ego y sus derivadas. Hay guerras de religión, de concepción del pensamiento. Incluso en el mundo occidental estamos en una guerra no física entre un pensamiento moral que iría desde un ultra liberalismo radical a un social capital comunismo llamado de progreso, que se alimenta al final porque las sociedades no saben lo que quieren ser y tampoco hacía donde ir, y la manera más fácil para controlar a una población, es sumergirla en un estadio de confrontación como primera fase y en una guerra como una de las últimas.

    He dejado de ver las noticias locales, leo mucho, y gracias a internet cada cada día, uno tras otro, me informo con medios internacionales. Ciertamente es una partida de ajedrez…(((Parentesis pero para que vea como jugamos en este país, acabamos de reconocer el Estado Palestino, pero nunca hemos reconocido el Estado Saharaui. Es más, la izquierda de este país lo mal vendió a su suerte a Marruecos, cuando parece que con el Sáhara tenemos una deuda ética histórica y desde mi punto de vista, con prelación al reconocimiento de un estado palestino))) Una contradicción… Otra más.

    Las guerras empiezan cuando somos malos en geoestrategia, cuando los servicios de inteligencia no funcionan en sentido amplio, cuando nos significamos en exceso, y cuando al final, fruto de nuestras equivocaciones, acabamos en una contienda bélica física.

    Su artículo da para mucho, pero me supo a muy poco. Y no es mi intención hacerle un artículo paralelo, pero si lo es el que medite ciertas partes del mismo y que lo mejore.

    Fdo. Diario de un Marine

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    1. Hay mucho de cierto en todo lo que dice y y en primer lugar quiero agradecerle su comentario.

      Pero creo que todas las guerras se disfrazan de aspectos supuestamente románticos como los religiosos, territoriales o de historia pero que, en el fondo, lo que predomina es la ambición de poder y el interés económico en infinitas manifestaciones, de quienes así las promueven. El poder y la riqueza siempre van unidos y justificados por la guerra.

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