¿Qué estamos enseñando?

Hace una semanas me refería a una frase de un biólogo estadounidense que hacía referencia, entre otras cosas, a las instituciones medievales que padecemos en el tiempo presente. Hoy quisiera hablar de una de ellas, al menos así la contemplo, es la de la enseñanza. Ángel Fidalgo en 2017 escribía lo siguiente: “En 10.000 años el modelo educativo ha sufrido una única disrupción y fue hace 300 años.” A buen seguro que soy la persona menos adecuada y capacitada para hablar de educación y enseñanza, pero sí que soy consciente de que, con independencia de los métodos pedagógicos actuales y de los cambios que se están implementando, creo que seguimos sin trabajar lo más relevante y es lo que se refiere a la capacitación que hacemos de los jóvenes, para que luego sean valiosos en el mercado productivo, en el que van a trabajar.

Hace 30 años Howard Gardner desarrolló el concepto de las inteligencias múltiples y a partir de ahí muchos expertos se refieren, con más intensidad, a las diferentes habilidades o competencias que nos capacitan para vivir por nosotros mismos en el mundo laboral, no solamente a nivel profesional, sino también a nivel de satisfacción personal, mediante la cual uno haga aquello para lo que realmente es más capaz.

Lo que pretendo decir es que considero que el actual sistema de enseñanza basado en unas asignaturas con una preponderancia, de algunas de ellas, que van a ser, para muchos de los alumnos, completamente inútiles en su vida adulta. Y, sin embargo, no se llega a trabajar y a determinar cuáles son las capacidades artísticas, deportivas, de destrezas, manuales, etc. que se corresponden con la diversidad y la riqueza que luego tendrá el alumno en la vida real y muchos virtuosos se quedan en el camino de la mediocridad por no haber sabido aportarles una orientación hacia lo que era más conveniente para ellos. La neurociencia nos ha aportado la riqueza de saber que nuestro cerebro está especializado; el izquierdo es el racional, basado en códigos (letras y números) y el derecho más creativo y emocional y, lamentablemente, la enseñanza se olvida, casi por completo de las capacidades de nuestro cerebro derecho; ahí no sirven ni las matemáticas ni la lengua.

¿Sería tan difícil que algún gobernante llegue a plantearse, alejado de lo político, un cambio o remodelación completa del sistema educativo, que potencie valores y competencias transversales que sean adecuadas para las potencialidades de cada cual? El 95 % de nuestra personalidad queda determinado a los 7 años, ¿vamos a seguir aportando asignaturas y tareas opcionales a partir de los 16? Sé que el cascabel es muy grande, pero es que el gato (el gap) cada día es mayor. ¿Aprendemos a enseñar? (Todos).

antonio.lamadrid@re-encontrarte.com

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