Consultorio Elena Francis

Si a día de hoy tuviéramos una Elena Francis a la que poder preguntar sobre cómo resolver la situación social y económica que vivimos, probablemente su respuesta sería algo así:

Estimado señor, en respuesta a su carta en la que me pregunta cómo podríamos resolver la crisis que estamos viviendo, quiero expresarle lo siguiente:

No hay una sola crisis; las crisis son diferentes en función de cada persona, situación, empresa o institución. Hay personas que no viven en crisis, porque antes tampoco vivieron en la euforia del ingreso fácil, y siempre tratan de vivir la vida en función de los recursos de los que disponen en cada momento. Hay otra crisis, más dura, la de comprobar los desmanes, abusos, derechos excesivos y apropiamiento indebido que muchas personas de su sociedad han infringido al resto de sus conciudadanos. Esas aguas ya no mueven molino pero le recomiendo que pongan los medios legales, políticos y administrativos para que no vuelvan a producirse. Sinceramente le digo que cuando alguien abusa de posición privilegiada o dominante en su propio beneficio y en perjuicio de los demás, se diferencia muy poco de un ladrón y si eso se hace desde el ámbito de lo público, de lo que pertenece a todos, es un hecho criminal, sin duda alguna. Esta es una crisis de identidad social, de abuso del débil, que es mucho peor que la económica y que está en la raíz de esta misma.

Por lo que usted me comenta, querido señor, veo que muchos de ustedes están afrontando esta situación de extrema dureza con verdadera necesidad y eso es tremendamente doloroso. Socialmente le recomiendo que instrumente los medios para que esas personas puedan soportar su tremenda situación de la manera más digna posible.

Pero también hay otras personas que están sabiendo sacar partido de la situación, de modo lícito, y sabiendo ver las oportunidades que se le presentan. Piense, mi querido señor, que la sociedad que llegará en pocos años será muy distinta a la que se ha podido vivir en los últimos setenta años. Será una sociedad basada en el conocimiento, en las experiencias compartidas, en la colaboración competitiva, en la generación de valor por encima de toda especulación y en el aporte de riqueza personal o profesional en cualquier entorno, ámbito o lugar en el que se viva y trabaje. Las oportunidades de trabajo o de negocio que se van a alumbrar en los próximos años serán aprovechadas por quienes las sepan reconocer y le sugiero que mire hacia delante dejando de pensar en todo lo que ha perdido y viendo todo lo que se puede hacer. Hoy se atisban modos de aportar valor con el trabajo muy diferentes y valiosos pero en poco tiempo las nuevas necesidades sociales apuntarán a nuevos destinos de las dedicaciones de sus conciudadanos; puede estar usted seguro. Eso sí, olvídese de sus derechos, que se los tiene que ganar. Olvídese de un trabajo para toda la vida; al igual que debe tratar de enamorar a su pareja todos los días, con su empleabilidad debe hacer lo mismo. Piense en cómo puede ser el futuro y qué puede aportar usted a él; olvídese del pasado.

La crisis terminará, lo que ya no tengo claro es si las lecciones que de la misma se debieran aprender van a perdurar en el tiempo o durante la próxima década prodigiosa, cuando ésta llegue, se volverán a olvidar. No sólo la lección de que hay guardar para cuando no hay, sino la de los que volverán a apropiarse de lo ajeno, público o privado, en perjuicio de los que no anduvieron tan “listos”.

Confío, señor, en que mi carta pueda ser de ayuda para solucionar el problema que en estos momentos tanto le preocupa. Suya afectuosa.”

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