Hay que echarle imaginación

Imaginación

En estos días hemos sabido que en Cantabria, a lo largo del pasado año, 19 personas engrosaron las filas del paro cada día. De hecho en el pasado mes de diciembre Cantabria fue líder nacional en la destrucción de empleo. ¿Qué estamos haciendo mal? La inercia nacional es evidente, la crisis es palpable, pero el mal de muchos tiene el peligro de convertirse en algo nada recomendable.

Seguro que en EL DIARIO MONTAÑÉS de hoy podremos encontrar alguna reseña o noticia sobre el paro, sobre la maldad de la situación económica, y seguro que la palabra crisis aparece en algún párrafo que otro. Sin entrar en lo dramático del paro, creo que debemos plantearnos (ciudadanos, políticos, empresarios y trabajadores) qué tenemos que hacer, qué acciones debemos implementar para que esto cambie. Tenemos, entre todos, que echarle imaginación, romper moldes, hacer las cosas de diferente manera, proponer nuevas soluciones, gestionar de modo diferente y hacer todo con más agilidad, con determinación y sin medias tintas.

Como ciudadanos debemos romper los viejos procedimientos o esquemas tradicionales; tenemos que vivir de otra manera, debemos ser la punta de lanza de la nueva sociedad que debemos construir. Consumamos, gobernemos nuestras casas, diseñemos nuestras vidas y relacionémonos de modo diferente. Indiquemos a las empresas proveedoras de productos y servicios que no queremos viejas soluciones para los nuevos problemas. Tenemos que ser más valientes y atrevidos a la hora de demandar esas nuevas soluciones; diseñemos y construyamos escenarios distintos.

En el caso de los políticos gobernantes, ya no queda tiempo para más repeticiones de las viejas recetas. Ya no valen los gobernantes de salir bien en la foto. Ya no se pueden pagar más favores con puestos de dudosa eficacia. Ya no se puede seguir midiendo la eficacia en la gestión en el supuesto reducido gasto, en la oferta más económica, sino en la eficacia de la prestación que es más eficaz para el ciudadano. Lo valioso es lo que mejor funciona, no lo más barato, y la eficiencia hay que buscarla en que cada vez nuestros gobernantes sean mejores gestores y menos políticos. Hay síntomas suficientes en nuestra sociedad como para activar nuevos modelos de administrar lo público. Se necesita valentía para interna y externamente aplicar las políticas más adecuadas. Se necesita rapidez para que las medidas que se tomen no lleven una legislatura desde que se diseñan hasta que se aplican y el siguiente las cambia. Se necesita dinamizar los trabajos públicos para que sean tan competentes como los mejores privados y se necesita aplicar nuevas medidas en un continuo prueba y error hasta que se acierte con la solución más adecuada, independientemente de que por el camino hayan quedado más o menos errores. (Edison decía que inventó la bombilla tras equivocarse dos mil veces antes). Equivoquémonos para poder acertar.

A las empresas y a los trabajadores de las mismas les pediría un mayor sentido de mercado, de lo que éste considera valioso. Les pediría que apostaran por dedicar una parte relevante de sus beneficios en desarrollar nuevos productos y servicios, pero nuevos de verdad, rompiendo viejas reglas para generar nuevas oportunidades. Les pediría valentía para afrontar nuevos retos con la gran cantidad de conocimiento que existe en las estructuras productivas de nuestra región, con las mentes privilegiadas que tenemos, con ingenieros cargados de ingenio para pensar en que lo repetitivo sólo aporta valor a corto plazo. A estas empresas les pediría (como hace Google) que dedicaran un 20% del tiempo de sus trabajadores a pensar en nuevos desarrollos, en nuevas soluciones, en nuevos proyectos que cada miembro de esa empresa pudiera liderar para construir ese futuro mejor que todos queremos, anhelamos y necesitamos.

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