Descubrimiento

Descubrimiento

En estos días en los que trabajo con los chicos del concurso Making Of de El Diario Montañés estoy reaprendiendo con ellos la experiencia del descubrimiento, del encuentro de uno mismo con sus propias capacidades, en estado puro.

Descubrir lo que uno es capaz de llegar a conseguir, a aprender, a forjar dentro de cada uno de nosotros  es un proceso tan grandioso como el nacimiento de un sentimiento potente o la primera experiencia satisfactoria de algo que nunca hubieras imaginado que fuera así.

Todos, sin excepción, tenemos dentro de nosotros capacidades, cualidades y talentos que, en muchos casos, están por descubrir y que cuando rompen, estallan y lo hacen con plenitud, consciencia y querencia, la sensación es tan gratificante como la potencia de esa cualidad que permanecía oculta.

Muchas de estas potencias están taponadas, encubiertas y limitadas por los frenos que el conjunto de nuestro entorno, en interacción con nosotros, nos ha impuesto y nos ha hecho creer que somos lo que no somos. Durante cientos de años, en nuestras sociedades, los miedos, supersticiones y las falsas expectativas han impedido que muchas personas eclosionaran, sencillamente, en aquello que podían llegar a ser y que hubieran querido, de haber sabido que podían, que eran capaces.

Te invito, me invito, a que trates de descubrir qué es lo que más te une con este mundo, con las personas que te rodean; descubrir que eres capaz de determinadas habilidades o de tener especiales capacidades; descubrir que puedes ser todo lo singular que desees ser en campos que nunca hubieras podido, siquiera, imaginar. Es más que probable que, si no sientes que tu dedicación te produce toda la satisfacción que crees merecer, estés haciendo aquello que no es para lo que mejor estás capacitado; así de sencillo. Al igual que a los profesionales les recomiendo que dediquen una pequeña parte de su tiempo a explorar nuevas capacidades, a reinventarse en nuevos desempeños o a formarse en nuevas habilidades; de este mismo modo recomiendo que dediquemos una pequeña parte de nuestro tiempo (sobre todo si la insatisfacción predomina en nuestros desempeños) a la búsqueda, a la exploración de nuevos campos de conocimiento y de destrezas, como están haciendo los chicos del Making Of.

Nunca es tarde para descubrirnos, para sorprendernos, nunca. Es más hay muchas destrezas que necesitan un tiempo de maduración y que hasta que ese momento no llega no nos sentimos capaces de reconocer en nosotros. Pero debemos ser valientes, atrevidos, incluso osados, para que cuando reconozcamos las señales que nos invitan a dar el paso a otros mundos, otros ámbitos, seamos capaces de hacerlo, pues corremos el riesgo de que ese tiempo se pase de maduración, perdiendo la frescura necesaria para ejecutar la nueva habilidad a plena satisfacción.

Debemos tener la mente abierta a intentar, a lograr, a conseguir aquello que intuimos que podemos llegar a ser capaces o para aquello que los demás ven en nosotros y que nosotros (por la ceguera de los miedos, vergüenzas y prejuicios) no llegamos a distinguir o a reconocer.

Soy de los que piensan que la crisis ha venido, entre otras cosas, a permitir, a dar la oportunidad a muchas personas de hacer tareas o desempeños que nunca hubieran imaginado y que, tras el amargor del cambio, empiezan a darse cuenta de que son capaces de afrontar con una fórmula muy sencilla: El grado de éxito es igual al producto de nuestro esfuerzo por nuestras habilidades, dividido entre la cantidad de miedo al fracaso; y a veces el resultado no depende tanto del tamaño del producto sino del divisor, de lo que nos hace débiles dividiéndonos en seres mucho menos capaces de lo que realmente somos.

Descubrámonos, suele ser un verdadero placer.

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