Spain is different

Spain is different

Creo que fue Manuel Fraga Iribarne, cuando era ministro de Turismo, el que difundió la frase “Spain is different”. Ahora bien, en la actualidad, su eslogan tendría que ser más concreto para señalar que “The 17th Spanish autonomies are different”; sería un poco más largo pero definiría bastante más la realidad que ahora nos circunda y nos limita como país. Hemos pasado del mal de “una, grande y libre” al cuasi peor del “muchas, pequeñas y liberadas”.

Mientras que nuestros vecinos del norte, casualmente liderados por un catalán, pretenden concentrar la gestión de las provincias suprimiendo por concentración unas cuantas, en nuestra tierra del sur, de árabes influencias, pretendemos que las taifas reinen despreciando la corona que pretende aglutinarlas. Unos países parecen querer concentrar el zumo de lo que son como nación y nosotros pretendemos desgajarnos en tantas porciones como caprichos políticos nos componen. Y todo ello siempre sazonado con la pretendida identidad entre diferencia e independencia. Y qué decir del inmenso placer de pasar a la Historia por parte del virrey que fue capaz de conseguir la independencia. Independencia para un pueblo que lo que necesita es vivir en paz, con la riqueza necesaria y abierto a todos los que quieran enriquecer sus fronteras con el mestizaje que permite que las sangres se regeneren y no se conviertan en el pobre emplasto de todos iguales dentro de nuestras fronteras; que son las que les hacen independientes de los demás, pero no diferentes.

Desde los tiempos del economista David Ricardo sabemos que las fronteras nos empobrecen; favorecen la incompetencia, la endogamia más ombliguista que uno pueda imaginar y permiten el crecimiento de productos sucedáneos de los originales fabricados en otros territorios.

Tomando datos del Ministerio de Economía y de CEPREDE podemos constatar las tremendas diferencias que se dan en la actividad comercializadora entre las CCAA en España. Madrid (54,2%), País Vasco (46,4%), Cataluña (42,9%) y Navarra (42,4%) son, curiosamente, las Comunidades cuyo mayor porcentaje de producción se vende fuera de nuestras fronteras nacionales. Y las arraigadas patrias como Castilla–La Mancha (17,9%) o Extremadura (24,9%) están en el furgón de cola de la exportación y seguramente también de la independencia. Sin embargo, la magia de los números (y de la realidad) aporta también otras cifras. En 2013, Madrid fue deficitaria en su balanza comercial con otras CCAA en cerca de 11.000 millones de euros mientras que, casualmente, Cataluña tuvo un excedente de casi 19.000 millones, en más, que les compraron otras CCAA y de las que ahora se quieren independizar. Y por seguir con esas mismas cifras ilustrativas resulta que Madrid tiene un déficit en su balanza comercial con el extranjero de más de 22.000 millones de euros, pero también Cataluña con cerca de 11.000 millones de euros deficitarios con otros países. No puedo evitarlo: si sumamos lo que Cataluña vende de más al resto de los españoles con lo que vende de menos en otros países la suma supera los 30.000 millones de euros; casi 4.300 € al año por cada ciudadano catalán. Como el algodón, las cifras no engañan.

En Cantabria vendemos fuera de nuestras fronteras el 34% de lo que fabricamos y el saldo comercial con España es deficitario en mil millones, casi los mismos en los que tenemos superávit con otros países.

Lo más curioso de todo este baile de cifras es que si analizamos las que se producen región por región veremos que cada autonomía tiene sus particularidades, sus diferencias y que entre todas conforman el mosaico económico de esta España nuestra. Muchos queremos que siga siendo diferente en sus gentes y unida en sus intenciones de vida en común.

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