El ansia insatisfecha

Arthur Schopenhauer

Fuera del ámbito exclusivo del robo y el expolio, quizá una de las mayores lacras de la corrupción, de la mentira del que gobierna y tiene el poder, es que cuando ésta satura nuestra capacidad de aguante provoca que pasemos a ser unos descreídos de todo y de todos. 

Ahora nadie se cree nada; no damos crédito a ningún gobernante que lo haya sido hasta ahora y podemos llegar a dar demasiado crédito al que nunca lo ha sido. Extendemos la capa de corrupción a todos pensando que, efectivamente, muchos han metido la mano en la caja común. No han sido todos los que han asociado poder con el ansia de dinero ajeno. Es condición humana y más en España. Pero sinceramente, creo que ni todos los que han gobernado se han corrompido ni todos los que estén por gobernar lo van a hacer sin excepción. Esa ansia de dinero existe y existirá siempre, pues el deseo de tener más no tiene límites. Ya lo decía el gran pensador alemán Arthur Schopenhauer: “el ser humano tiene una ansiedad por satisfacer sus continuos deseos, imposibles de colmar, lo que conlleva a la frustración y el dolor”. Y continúa el gran pensador: “Todo querer procede de una necesidad, es decir de una privación, esto es, de un sufrimiento. La satisfacción le pone fin; pero por cada deseo satisfecho, hay por lo menos diez contrariados; además el deseo es prolongado y sus aspiraciones tienden al infinito, mientras que la satisfacción es corta”. Como vengo diciendo, cuando el corrupto no roba más es o porque no hay de dónde o porque la cárcel se lo impide; su ansia siempre le pide más. Por eso muchos nos preguntamos: ¿cómo es posible que alguien que habiendo robado tantos millones que no tiene vidas suficientes para gastarlos, seguía robando? En muchos casos lo hicieron porque el aparato que habían diseñado necesitaba alimentarse a sí mismo (tapar voluntades y bocas fundamentalmente), en otros porque la inercia de siempre al ladrón le lleva a continuar con su práctica – es su hábito y su hábitat- y en otros porque el nivel de vida que se había creado y las necesidades de más rapiña para mantenerlo lo hacían necesario: cuanto más se gana (o se roba) más se gasta.

Y al final creo que todos nos preguntamos, con todos los corruptos que han aflorado y los que vendrán: ¿qué podemos hacer con ellos? ¿Cómo podemos gestionar la corrupción para minimizarla? Creo que, además de con dinero de plástico, podremos conseguirlo con menos leyes (para que se cumplan y nadie esquive su aplicación), con más y mejor justicia, y ajustando los mecanismos del poder. Menos leyes para que las que existan sean claras y nítidas y además para que faciliten que la justicia sea ágil y a tiempo (si no, no es justicia) y evitar que unos “casos” tapen a otros y al final se nos acaben olvidando. Mejor justicia con más jueces, exentos de toda influencia política: desde el juez de paz hasta un miembro del Tribunal Constitucional, con todos los recursos que sean precisos (está demostrado que siempre serán menores que lo que nos roben los corruptos). Y también debemos exigir, en la calle o en las urnas, que los poderes políticos se mengüen, que sean ciudadanos regidos por las mismas leyes que las de los demás, sin privilegios, con remuneraciones mejores que las actuales y siendo implacables con el que se corrompa (para eso la justicia).

Corrupción siempre va a haber, la cuestión es cuánta. De todos depende, de todos.

lamadriddiario@gmail.com

Un comentario sobre “El ansia insatisfecha

  1. Gracias Antonio por tus reflexiones tan acertadas. El origen de la enfermedad y el diagnostico creo que está bien, la botica necesaria
    también, pero……donde esta el doctor que la aplique ?

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