Pensamiento creativo

Uno de los mejores antídotos que existen para poder purgar la crisis y sus consecuencias es estimular nuestra capacidad de diseñar escenarios nuevos, combinar nuestros limitados recursos de modos distintos para que obtengamos resultados también diferentes. Y que puedan ser valiosos en los nuevos entornos que tenemos que conquistar. De este modo seguiremos siendo útiles como personas, empresas u organizaciones. Debemos estimular nuestro pensamiento creativo, propiciar escenarios en los que surjan nuevas ideas, productos, proyectos, pensamientos… En definitiva, nuevos modos de resolver los problemas y las necesidades que como humanos tenemos. La solución de esas necesidades es lo que nos provee de nuevas oportunidades para seguir siendo útiles y valiosos.

Conectar nuestras neuronas para conseguir crear esas nuevas soluciones es en lo que consiste la creatividad: imaginar nuevos escenarios, nuevos mundos (todos son posibles si caben en nuestro pensamiento), nuevas combinaciones que permitan diferentes prestaciones. Y esto es válido en cualquier desempeño o área de trabajo, no sólo en el mundo del arte, de la ciencia básica o de la moda. La creatividad es imprescindible para resolver viejos problemas con nuevas soluciones. ¿Todavía alguien puede pensar que las nuevas tecnologías de la comunicación, las redes sociales o el whatsapp responden a necesidades diferentes a las que tenemos como humanos desde hace miles de años? Lo que han resuelto estas soluciones es, tomando como base nuevas herramientas, crear opciones distintas (más rápidas, más interconectadas, más intuitivas, más sencillas) para necesidades tan perennes como el propio género humano. Además la creatividad es un buen antídoto para el envejecimiento cerebral pues permite estimular nuevos y diferentes circuitos neuronales que “obligan” a nuestros pensamientos a estar activos y productivos en todo momento y tiempo.

Imaginemos… Con la tecnología actual, ¿cómo podríamos mejorar o mitigar las dificultades de tareas tan naturales como la limpieza del hogar, el aseo personal, el transporte, la alimentación, el cobijo en un hogar, el coste y la eficiencia de la energía, la necesidad permanente de aprender (y que sea divertido y práctico a la vez), el descanso diario, la comunicación (sobre todo que nos entiendan lo que queremos comunicar) o el cuidado de los mayores o de los necesitados de asistencia? Son tantas las áreas de oportunidad para estimular nuestra creatividad, tantas, que efectivamente es más que recomendable que nos centremos en aquellas más cercanas a nuestra experiencia o conocimiento. Y ello sin menoscabo de dejar abierta la imaginación a otros campos que alimenten y estimulen la creatividad transversal que tanto nos puede beneficiar en nuestra actividad diaria. Pero también podemos y debemos ser creativos en los modos que empleamos para llevar a cabo nuestro trabajo, en las expresiones que cruzamos con las personas con las que nos relacionamos, en los caminos para ir del trabajo a casa, en los paseos, en los lugares que visitamos, en el modo de relacionarnos con nuestros clientes, en la forma de presentar propuestas y proyectos a los demás… La creatividad es un campo al que no podemos ni debemos ponerle puertas, estando siempre alertas a que cualquier buena idea pueda tomar cuerpo de realidad por descabellada (por eso es una idea) que pueda parecer en un principio.

Aproximadamente hacen falta 60 buenas ideas para conseguir obtener una que se pueda concretar en un producto o servicio concreto activo en el mercado. Fíjese cuántas ideas hay que producir, cuán fértiles hemos de ser para que la chispa de una idea cobre realidad.

Si no fuera por los Albert Einstein, los Steve Jobs, los Picasso, los Henry Ford o los Amancio Ortega el mundo no sería tan valioso como lo es en estos momentos; si no fuera por la chispa que hizo surgir el fuego, los estilos de vida en la alimentación, el cobijo y la seguridad habrían configurado un ser humano muy diferente del actual. ¡Ponga una chispa en su vida!

 

lamadriddiario@gmail.com