Potencial de evocación cognitiva

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Días atrás en un centro hospitalario español a una persona se le colocó un casco en su cabeza, con una decena de cables conectados a una máquina y a la pantalla de un ordenador, en la cual comenzaron a aparecer unas ondas después de unos diez minutos de preguntas. Estas preguntas se le hicieron al acusado de un supuesto crimen cometido en nuestro país y que se va a poder resolver del mismo modo que se ha conseguido en otros países.

Parece que estamos ante uno de los métodos más novedosos y efectivos para detectar la culpabilidad o la inocencia de las personas y con validez jurídica suficiente como para que un juez haya permitido su uso en nuestro país. La técnica se denomina “Potencial de evocación cognitiva”, y fue desarrollada por el científico norteamericano Lawrence Farwell hace ya más de 13 años. La técnica se basa en algo tan obvio como que el recuerdo de lo que se ha hecho permanece indeleble en el cerebro humano. Cuando una persona comete un acto del tipo que sea, en su cerebro está registrado. Si la persona dice lo que no es, entonces miente. Pero hasta ahora, todas las técnicas han sido bastante rudimentarias y con muchas lagunas en la capacidad de detección de la mentira. Mediante este procedimiento al supuesto delincuente se le hace una pregunta que genera un impulso eléctrico en el cerebro que se transforma en onda, denominada P300 y que el cerebro emite 300 milisegundos después de que se le haya formulado una pregunta. Si la persona recuerda el hecho por el que se le interroga (si existe una respuesta concreta almacenada en su cerebro) la onda es significativamente más alta que si lo que se pregunta es algo completamente novedoso para esa persona.

Mi ignorancia sobre la tecnología que permite estos avances es a buen seguro mayor que la suya, pero me permite apuntar que el fin de la impunidad de muchos criminales tiene los días contados en base a una tecnología que cada vez tiene menos de rudimento y más de fiabilidad en sus diagnósticos. La mentira ha protegido durante demasiado tiempo a muchas personas en perjuicio de sus víctimas. Es más que probable que la sagacidad deductiva de Sherlock Holmes o el desmembramiento de una trama por parte de Agatha Christie cada vez queden más en el recuerdo literario.

También recientemente pude comprobar cómo una persona con unos electrodos en su cabeza era capaz de controlar el movimiento de un cuadrirotor (helicóptero de cuatro hélices) exclusivamente con su pensamiento. Al igual que la tecnología nos ha permitido conectarnos (telefonía móvil) estoy convencido de que a no mucho tardar seremos capaces de lograr poner en comunicación a nuestros cerebros, a nuestras conciencias. Existirá tecnología para ello, la cuestión es cómo llegaremos a usarla o a abusar de ella. Posiblemente en pocos años existirá algún tipo de gadget que permita saber realmente lo que se le pasa por la mente a cualquier persona: pensamientos peregrinos que todos tenemos, intenciones de todo tipo, deseos, ambiciones, repulsiones, pensamientos políticamente incorrectos y toda una amalgama de ideas que afloran a nuestra mente podrán llegar a estar al alcance de otros, libre u obligatoriamente. Entonces seremos juzgados y valorados ya no sólo por lo que digamos sino también por el pensamiento previo a la manifestación verbal. Creo que nuestras generaciones no están preparadas para este paso. ¿Lo estarán las venideras? ¿Serán capaces de asumir la verdad frente a cualquier situación, con naturalidad, sin rasgarse las vestiduras y sabiendo que todas las verdades, salvo las criminales, se deben admitir? Se reducirá drásticamente el abismo que hoy día hay entre el pensamiento y la acción; en el futuro serán plenamente consecuentes.

lamadriddiario@gmail.com

 

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