I Robot

Este es el título de uno de los primeros discos que adquirí en mi juventud. Pertenece a The Alan Parsons Project. Este título me da pie a comentar un estudio recientemente publicado por el BBVA Research y la Universidad de Valencia en el que se constata que el 36% de los empleos en España está en riesgo de automatización. El estudio de R. Doménech, J.R. García, M. Montañez y A. Neut afirma: “la probabilidad de computarización disminuye con el grado de responsabilidad, el nivel educativo, la disposición a participar en acciones formativas y la adopción de nuevas formas de trabajo, como el teletrabajo.” En definitiva, todos los que cuentan con posición directiva en las organizaciones y los mejor formados son los que con menos riesgo se enfrentan al cambio inminente que en la sociedad va a implementar el automatismo y la informatización de los procesos productivos y administrativos. Esta proporción es mucho mayor en países como EEUU (47%) o Alemania (59%). Es obvio que España es un país de servicios y que esta es una prestación que, por el momento, está vedada a las máquinas.

Para Karl Marx la máquina era un gran competidor (perjudicial para el hombre) con la generación de plusvalía que ofrecía la mano de obra. Quizá este fue el peor de los cálculos que hizo el creador de “El Capital”. La máquina es una creación humana que lo único que pretende es automatizar todos los procesos rutinarios. En estos procesos, tras su repetición, no existe suma de valor adicional desde la tercera o la cuarta vez que se ejecutan y así hasta el infinito. Una tarea repetitiva va generando cada vez menos valor y si una máquina nos puede llegar a suplir es positivo para la sociedad. ¿Por qué? Porque a partir de ese momento podremos dedicarnos a crear, inventar y producir nuevos avances que nos faciliten más aún la vida; de nuevo pasaremos a generar valor, poco a poco lo iremos automatizando y así hasta el siguiente proceso. La sociedad (que ninguno de nosotros verá) de dentro de doscientos o trescientos años será todo lo diferente que el progreso y la automatización nos permitan conseguir. Derivando, en el límite (como en el cálculo matemático cuando “n” tiende a infinito), la sociedad deberá evolucionar al punto en que los humanos sólo disfrutemos y filosofemos acerca de nuestra propia existencia…

Es fácil de entender que una mayor formación, ser más competentes en determinados aspectos, nos aleja de la posibilidad de que una máquina nos pueda sustituir. Todo desempeño que requiera contacto con seres humanos, atención al público, labores complejas que requieren grandes conocimientos y, sobre todo, aquellas tareas en donde es el hombre el que debe crear el hardware y el software de la máquina, son los sectores más protegidos y en donde cada vez seremos más valiosos. Por ejemplo, el estudio arriba mencionado determina que de un total de 702 ocupaciones analizadas la que tiene más posibilidades de digitalización es un reparador de relojes y la más “protegida” frente a la automatización es un terapeuta recreacional (haciendo un poco de broma es lo que antes comentaba: alguien que nos acerque a cómo filosofar sobre la propia dedicación de nuestro tiempo de ocio, que cada vez será mayor).

Finalmente quisiera dedicar dos frases a la cuarta revolución industrial que ya está llamando a las puertas de las empresas. La impresión en 3D, los procesos automatizados, las reestructuraciones de líneas de producción, están ya a la orden del día (conozco varias empresas que están inmersas en estos procesos en este momento). E insisto; esto es una buena noticia y un faro por el que tendrán que guiarse todos los jóvenes que están a punto de iniciar sus estudios y a los que recomiendo uno de estos dos enfoques: atención a personas o ingeniería de esa cuarta revolución industrial.

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