La vida sigue igual

marco tulio

Hace unos días llegó hasta mí un documento en el que se recoge una frase de Marco Tulio Cicerón. 2069 años atrás él escribía: “El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser controlada y moderada, la ayuda a otros países debe eliminarse, para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado.”

¿Qué decir de estas palabras de hace más de dos mil años? ¿Cuánto hemos evolucionado como sociedad de entonces a hoy? Parece que el género humano siempre se comporta del mismo modo, sobre todo cuando proviene de sociedades excesivas en las que todo vale y poco cuesta. De esos polvos vienen a anegarnos los lodos de la carencia y de la culpa social.

Sin tener en cuenta la literalidad de la frase y sin pretender ofender al colectivo de los funcionarios, que son los únicos citados, con lo que me quedo es con el paralelismo que tienen unos tiempos con otros, aunque algunos sean de arqueología social. Sobre todo me interesa la última frase en donde además del Estado podemos incluir a todos los estamentos públicos que hoy son novedad (Unión Europea, Ayuntamientos, Comunidades Autónomas, empresas públicas, etc.). ¿Habrá recursos para todos, todo el tiempo en que los necesitemos? Cuantos menos seamos los que pagamos menos podrán ser. O a menos tocará lo que puedan recibir los que cobren, o los que pretendamos cobrar cuando nos corresponda.

Lo más singular es que después de tantos cientos de años, la vida en sociedad siga igual; es decir que el pensamiento único sea: “Mientras yo pueda vivir del esfuerzo de otros (me corresponda o no), que esos otros se busquen la vida del mejor modo posible”. Y si además la picaresca me permite acogerme a beneficios colectivos, que el que venga detrás arree. Y todo ello aderezado con la sociopatología que nos permite protestar por el pago de impuestos (que son los que justifican todos esos gastos) o su elusión siempre que sea posible. Absoluta bipolaridad social la que nos caracteriza.

A nadie nos gusta pagar impuestos. Pero si con los míos se cubren necesidades de personas jubiladas (mayores del tope que marque la ley), desempleados que no consiguen encontrar trabajo, personas realmente necesitadas, la salud, la educación y la seguridad de todos y servicios indispensables para la comunidad, estaré encantado. Tendré la fortuna de ser productivo y aportar con el beneficio de mi trabajo al sustento colectivo merecido. Ahora bien, si los dineros de mis impuestos caen fuera de lo que el sentido común dictamina, me rebelaré contra ello: será un robo, o un expolio, o un engaño directo a la caja común. Si otros capaces y con oportunidades viven a costa de los que trabajamos ¿cómo podremos justificar la justicia social y la igualdad de todos ante la ley?

Estamos en un momento maravilloso de la Historia de nuestro país para poder prescindir de todo lo que nos corrompe, como la carcoma en la madera: la corrupción generalizada, las cajas B, el dinero negro, las subvenciones a dedo, las falsas limitaciones, el derroche de lo público, los políticos sobrantes y los designados a dedo y no capaces, los subsidios innecesarios y todo lo que el mercado libre sea capaz de resolver mejor que desde las arcas públicas. Tendremos que lijar, pulir y barnizar de nuevo para poder resistir el paso de los tiempos venideros, hasta que otra vez la vida vuelva a ser igual que hace dos mil años.

lamadriddiario@gmail.com

2 comentarios sobre “La vida sigue igual

  1. El texto atribuído a Marco Tulio Cicerón nunca existió… Hay bastantes estudiosos de la obra escrita que lo han desmentido en varias ocasiones.

    La enseñanza es igualmente válida… Eso si es cierto.

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